EL SALVADOR ES DE TODOS

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jueves, 30 de abril de 2015

TRAS LAS HUELLAS DEL SEMBRADOR-Por Claudia Figueroa

TRAS LAS HUELLAS DEL SEMBRADOR-Por Claudia Figueroa

La vida es un gran campo de cultivo, donde se siembran diferentes semillas: del amor, de la templanza, de la belleza, de la generosidad, de la amistad, pero junto con esas semillas crece la maleza del odio, la apatía, el egoísmo, del dolor.

El maestro es el sembrador del campo de la vida, como tal, debe saber reconocer que es semilla y que es maleza, esta, mientras más se deje crecer, más difícil será cortarla de raíz, la semilla es la virtud que uno siembra, la maleza es su contraparte.

El maestro, como sembrador, debe ejercer el arte de la paciencia, poniendo especial cuidado en la raíz, así lo hizo un gran Maestro de nuestra historia, uno que tuvo la paciencia de arrancar poco a poco y de raíz la maleza que crece en el corazón, la cizaña que crece a causa de los preconceptos concebidos que cierran los ojos del corazón, nos mostró otra perspectiva de ver la vida, interiorizando más y más para aprender de nosotros mismos.

El maestro, como sembrador, como héroe anónimo, tiene la paciencia para escoger las semillas y sembrarlas, abonarlas, regarlas, y dejar que den fruto, quitando la mala hierba que impide que crezca, pero el ser humano no tiene paciencia para sembrar, tomarse el tiempo de cosechar y admirar los frutos, quiere ver los resultados rápido.

El maestro tiene la capacidad de hacer una hoguera con semillas más que con leña, la leña se quema rápido, y solo se enciende el fuego una sola vez, el encender la hoguera con semillas hace que el fuego se mantenga vivo, porque se siembra la semilla, se espera que germine, crezca y endurezca el tronco, de hojas, flores y frutos y del fruto surgen nuevas semillas, para poder podar las ramas y hacer un nuevo fuego que permanecerá siempre.

Quien no alcance a ver el poder encerrado en una semilla, no podrá honrar la vida cada día, no podrá cambiar el mundo que lo envuelve, nunca influirá en el ambiente social y profesional a su alrededor. Un cambio de cultura solo será legítimo y constante si ocurre por medio de las sencillas y ocultas semillas plantadas en la mente de los hombres y mujeres, no por medio de la imposición de pensamiento.

Vivimos en un mundo cambiante, donde la tecnología ha hecho muchos avances, pero ha separado al ser humano del entorno, donde se ha mejorado la comunicación, pero se ha perdido el arte de dialogar y escuchar, donde se hacen cálculos rápidos, pero se perdió el difícil arte de pensar, un mundo donde los jóvenes se han ocultado, conocen el mundo entero, pero no conocen a su vecino ni a su hermano.

Es hora de empezar a observar los aspectos sencillos de la vida, en ver los pequeños cambios, de disfrutar con las cosas sencillas de la vida, darnos cuenta que tener no es lo mismo que ser, es momento de recuperar el contacto con el entorno y el mundo que nos rodea, ya es hora de empezar a ver la vida con otros ojos, buscando lo pequeño que lo inmediato, juntando todos los pequeños logros, se puede hacer un gran cambio.


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